Fotograma de la película que ya circula por la red. |
Al ver los títulos iniciales uno se teme lo peor pues se juntan en un mismo proyecto al ICRT, ICAIC y esa especie de lavadora de cerebros infantiles llamada “La Colmenita”. No obstante se respira aliviado al ver de que tras la letras blancas sobre negro no existe rastro de parafernalia política o al menos no de manera directa.
Habanastation es ambigua, casi subliminal, juega con el espectador y en ocasiones hiere sensibilidades, sobretodo a quienes sabemos que Cuba es una dictadura y no existe democracia, ver repetidas una y otra vez las imágenes del Che y de Fidel Castro durante casi todo el metraje da verdadero asco pero la fortaleza del guion y el ritmo hacen que queden en segundo plano, quizás el director lo haya hecho a propósito, solo el lo sabrá.
La película deja claro que el uso de los menores de edad para actos políticos es una realidad, desde gritar en los matutinos “pioneros por el comunismo”, hasta asistir fuera de días estudiantiles a marchas obligadas en la Plaza de la Revolución, plaza que inevitablemente (sobretodo en las escenas en contexto) me recordó a la torre de Mordor en “El Señor de los Anillos”.
No solo deja claro el uso de menores, sino también la destinación de recursos públicos para actos de la propia dictadura, en una ciudad donde el cubano apenas dispone de medios para desplazarse choca como decenas de guaguas chinas son destinadas en exclusiva y con puntualidad milimétrica para el desfile de primero de mayo.
Pasada esta primera fase de la película, bastante incomoda por cierto para mi, llega lo mejor de ella, se pierde el muchacho y se topa de bruces con la Cuba más real (y digo “más” porque no esta retratada todo lo real que pudiera retratarse).
No es la primera vez en el cine cubano que unos niños se pierden mientras sus padres se debaten en como ganarse la vida saliendo del país, pero bueno, la excusa vale para ponernos en los ojos una Habana vieja, desgastada, destrozada, donde no se diferencia apenas de esos barrios del tercer mundo que tanto ponen en el noticiero cubano para meter miedos a los televidentes con lo que pasaría si vinieran los Yanquis, no fue necesario.
Impagable la frase de uno de los niños: “si lo dicen en la TV es porque es verdad”.
Bien de forma ambigua o de forma subliminal la película retrata mucho de los problemas de la Cuba actual, por ejemplo comunicarse, comer decentemente y transportarse de un sitio a otro, todo esto queda ejemplificado en las escenas de la búsqueda del teléfono o la maestra que se gasta medio salario para llegar a las afueras de la ciudad, pasando por el aburrimiento del apagón pese al petróleo venezolano.
Aun así la película denota su carácter de ficción a tal extremo de que pone en escena a un periodista que decide que noticia emitir en el Noticiero Nacional de Televisión. ¿Habrase visto?.
Llega al final y el realizador no evita dar el mensaje educativo de turno sin mojarse:
-El capitalismo es malo, esa PlayStation 3 con mandos con cable y juegos de la ps2 o ese Hiunday Santa Fe con DVD incluido .
-El socialismo es bueno, niños jugando entre la lluvia con una chivichana entre un rio pestilente y ropas harapientas.
Ni tan calvo ni tan pelú.
Felicito no obstante al director por traerme la nostalgia por mi infancia, las vivencias de esos dos muchachos con una playstation rota no se diferencian mucho de las mías cambiando la nueva consola de Sony por una Atari 2600 de los años 80.
Para descargar la película visita Penultimos Días
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