Cortesía @OLPL |
En una sociedad enferma -que podría
catalogarse como “la generación que miró hacia otro lado”- Laura
es una de las pocas excepciones, sólo unos pocos elegidos tienen el
coraje de esta maestra de escuela, sólo unos pocos eligen morir en
pos de un objetivo, de un ideal, Laura lo hizo y lo logró, Hector
Maseda y el resto de presos políticos de la primavera negra salieron
de las cárceles.
Pero no terminó ahí su labor, sabedora
de que la represión continuaba ahora en forma de arrestos cortos,
golpizas y actos de repudio, replanteó los objetivos de la asociación
Damas de Blanco para convertirse en defensora de los derechos humanos
de todos los cubanos y así siguieron empujándola, alándole los
pelos, clavándole uñas con no se sabe que virus y tirándole huevos
al portal de su vivienda en la histórica calle de Neptuno en Centro
Habana.
Algún día la historia de Laura Pollán
sera recordada -si no lo es ya- en libros, películas o seriales, una
historia épica, una historia de amor enorme, llena de lagrimas y
sufrimiento.
Una mujer entregada en cuerpo y alma
por circunstancias de la vida a su pueblo, a su familia.
Descanse en paz.
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